Fecha

23 Abr 2021 - 16 May 2021

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BLANCO

Blanco es una radical provocación contra la simplicidad. Con el sentido de la estética y del equilibrio que enmarca siempre su obra, Jordi Sàbat presenta una nueva colección en que
la presencia de este color actúa como un señuelo: con una textura pictórica expresamente densificada, el blanco reclama la mirada del observador y lo reta a escoger: o bien a conformarse con el deslumbramiento instantáneo de lo que resplandece o bien a expandirse a través de una interpretación semántica del contexto.

Deberá elegir. Pero quien se decida a explorar tendrá que hacerlo con determinación, porque el blanco tiende a imponerse con una presencia sólida, rotunda y poderosa. Se muestra con un relieve brillante para destacar por encima de tonos mates y fondos de inspiración japonesa. Sugiere sensaciones de pureza, de tranquilidad, de abstracción completa…, en contraste con las pátinas envejecidas que cubren los objetos gastados, las cosas usadas. Es hipnótico. Es plomo en las alas que dificulta el vuelo para remontarse hasta cotas desde donde puedan dominarse todos los significados que cada relato contiene. Hay que conservar una parte del protagonismo que reclama para dejar que imponga pausas, que actúe de filtro y depure el tiempo y la claridad excesiva para que nos dé tiempo a encontrar los nexos de unión que establece con todo lo que le rodea.

Blanco ha surgido de las entrañas del confinamiento. De las horas y los días en que las
líneas del horizonte se encogían y retrocedían hasta converger en nuestro interior. Desde
esta introspección, Jordi Sàbat ha querido evadirse del lenguaje que más había utilizado hasta ahora: la ironía y la metáfora. La observación reposada de las 30 obras que componen esta colección permite comprobar que, efectivamente, muestran una carga más valiosa de trascendencia. Pero la metáfora sigue siendo un vehículo útil para reflejar contradicciones, inquietudes y dilemas. Pasos de peatones que trascienden su función vial para constituirse en intérpretes de estados de ánimo, propuestas arquitectónicas que subrayan la soledad urbana, o el folio, la hoja desnuda y blanca del escritor para unos, sinónimo de terror y para otros, un universo infinito de posibilidades, como ha sido siempre la apuesta firme de Jordi Sàbat.

Enric Serra i Amat, periodista

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BLANCO

Blanco es una radical provocación contra la simplicidad. Con el sentido de la estética y del equilibrio que enmarca siempre su obra, Jordi Sàbat presenta una nueva colección en que
la presencia de este color actúa como un señuelo: con una textura pictórica expresamente densificada, el blanco reclama la mirada del observador y lo reta a escoger: o bien a conformarse con el deslumbramiento instantáneo de lo que resplandece o bien a expandirse a través de una interpretación semántica del contexto.

Deberá elegir. Pero quien se decida a explorar tendrá que hacerlo con determinación, porque el blanco tiende a imponerse con una presencia sólida, rotunda y poderosa. Se muestra con un relieve brillante para destacar por encima de tonos mates y fondos de inspiración japonesa. Sugiere sensaciones de pureza, de tranquilidad, de abstracción completa…, en contraste con las pátinas envejecidas que cubren los objetos gastados, las cosas usadas. Es hipnótico. Es plomo en las alas que dificulta el vuelo para remontarse hasta cotas desde donde puedan dominarse todos los significados que cada relato contiene. Hay que conservar una parte del protagonismo que reclama para dejar que imponga pausas, que actúe de filtro y depure el tiempo y la claridad excesiva para que nos dé tiempo a encontrar los nexos de unión que establece con todo lo que le rodea.

Blanco ha surgido de las entrañas del confinamiento. De las horas y los días en que las
líneas del horizonte se encogían y retrocedían hasta converger en nuestro interior. Desde
esta introspección, Jordi Sàbat ha querido evadirse del lenguaje que más había utilizado hasta ahora: la ironía y la metáfora. La observación reposada de las 30 obras que componen esta colección permite comprobar que, efectivamente, muestran una carga más valiosa de trascendencia. Pero la metáfora sigue siendo un vehículo útil para reflejar contradicciones, inquietudes y dilemas. Pasos de peatones que trascienden su función vial para constituirse en intérpretes de estados de ánimo, propuestas arquitectónicas que subrayan la soledad urbana, o el folio, la hoja desnuda y blanca del escritor para unos, sinónimo de terror y para otros, un universo infinito de posibilidades, como ha sido siempre la apuesta firme de Jordi Sàbat.

Enric Serra i Amat, periodista