Fecha

26 Nov 2021 - 10 Ene 2022

«Miguel Macaya. Solo exhibition» recoge una muestra de las obras más singulares del artista nacido en Santander en el año 1964. Las series más recurrentes y peculiares del artista como las Tauromaquias, los bodegones y los bestiarios se pueden contemplar ya en la Galería Jorge Alcolea de Madrid desde 26 de noviembre al 10 de enero.

«Solo en su estudio durante muchas horas al día Miguel Macaya pinta ensimismadamente a hombres solos que a veces parecen que salen de su propio ensimismamiento para mirar de soslayo, con una mirada de recelo o de miedo contenido, como si acabaran de descubrir que alguien los observa y procuran mantener la calma o eludir el peligro fingiendo que no han notado la presencia del intruso…

Observando un caballo, una vaca, un perro, un pájaro, una cebra, tanteando las primeras líneas de un dibujo que los representa, Miguel Macaya ve al animal concreto que tiene delante, o al que ha elegido en una fotografía, o al que recuerda con su poderosa memoria visual: pero al mismo tiempo reconstruye a partir de los datos de una rica experiencia al animal abstracto, al caballo que no es del todo un individuo sino la especie entera, o al menos una parte de ella, el caballo blanco, por ejemplo, el caballo blanco inmóvil, el lanzado a un galope nervioso. Pero la singularidad de su arte es que sabe trasladar a la obra acabada el proceso enigmático del conocimiento, de modo que el caballo, tan veraz en su anatomía, en el dinamismo de su marcha o de su galope, en el golpe de los cascos sobre el suelo, es sin embargo un caballo ilusorio, genérico, la especie misma de todos los caballos que han venido existiendo y evolucionando en el mundo desde hace unos cientos de miles de años: los que cazaban nuestros antepasados remotos, los que pintaban con grasa y tierra rojiza y tizne de madera quemada en las cuevas, los que vinieron como armas temibles de guerra traídos por los nómadas de Asia central y gracias a los cuales se derribaron y levantaron imperios, los caballos salvajes que aprendieron a montar los nativos en las praderas oceánicas, los pétreos caballos de Paolo Ucello, los que dibujó Leonardo, los de Gericault los de Degas, los caballos de cartón que nos traían los Reyes Magos a los niños en tiempos más cándidos, o aquellos otros, también de cartón pero más grandes y más aparatosos, sobre los que nos sentaban –casi despavoridos, tal vez adornados con un sombrero cordobés- en un estudio de fotógrafo.» Fragmento del texto sobre Miguel Macaya escrito por Antonio Muñoz Molina para el libro El atrevimiento de mirar.

 

«Miguel Macaya. Solo exhibition» recoge una muestra de las obras más singulares del artista nacido en Santander en el año 1964. Las series más recurrentes y peculiares del artista como las Tauromaquias, los bodegones y los bestiarios se pueden contemplar ya en la Galería Jorge Alcolea de Madrid desde 26 de noviembre al 10 de enero.

«Solo en su estudio durante muchas horas al día Miguel Macaya pinta ensimismadamente a hombres solos que a veces parecen que salen de su propio ensimismamiento para mirar de soslayo, con una mirada de recelo o de miedo contenido, como si acabaran de descubrir que alguien los observa y procuran mantener la calma o eludir el peligro fingiendo que no han notado la presencia del intruso…

Observando un caballo, una vaca, un perro, un pájaro, una cebra, tanteando las primeras líneas de un dibujo que los representa, Miguel Macaya ve al animal concreto que tiene delante, o al que ha elegido en una fotografía, o al que recuerda con su poderosa memoria visual: pero al mismo tiempo reconstruye a partir de los datos de una rica experiencia al animal abstracto, al caballo que no es del todo un individuo sino la especie entera, o al menos una parte de ella, el caballo blanco, por ejemplo, el caballo blanco inmóvil, el lanzado a un galope nervioso. Pero la singularidad de su arte es que sabe trasladar a la obra acabada el proceso enigmático del conocimiento, de modo que el caballo, tan veraz en su anatomía, en el dinamismo de su marcha o de su galope, en el golpe de los cascos sobre el suelo, es sin embargo un caballo ilusorio, genérico, la especie misma de todos los caballos que han venido existiendo y evolucionando en el mundo desde hace unos cientos de miles de años: los que cazaban nuestros antepasados remotos, los que pintaban con grasa y tierra rojiza y tizne de madera quemada en las cuevas, los que vinieron como armas temibles de guerra traídos por los nómadas de Asia central y gracias a los cuales se derribaron y levantaron imperios, los caballos salvajes que aprendieron a montar los nativos en las praderas oceánicas, los pétreos caballos de Paolo Ucello, los que dibujó Leonardo, los de Gericault los de Degas, los caballos de cartón que nos traían los Reyes Magos a los niños en tiempos más cándidos, o aquellos otros, también de cartón pero más grandes y más aparatosos, sobre los que nos sentaban –casi despavoridos, tal vez adornados con un sombrero cordobés- en un estudio de fotógrafo.» Fragmento del texto sobre Miguel Macaya escrito por Antonio Muñoz Molina para el libro El atrevimiento de mirar.